sábado, 31 de octubre de 2015

LAS IGLESIAS RUPESTRES DEL VALDERREDIBLE: DISFRUTA EL SILENCIO

En la frondosidad del bosque, en mitad de la nada, se divisa una cumbre pétrea aletargada cuya entraña guarda un tesoro...

Iglesia de San Miguel (Presillas de Bricia-Burgos)

Cuando hablo de piedras ¡Cuánto más antiguas, más me cautivan! Por su saber estar, que no sé ni cómo, y porque el desgaste de los años más que deslucirlas las dota de más lustre, de más misterio.

Me pongo en situación y no alcanzo a imaginar como conseguían las primeras civilizaciones construir con tanta armonía y belleza, con los medios de los que disponían, sin apenas herramientas edificaban en perfecto equilibrio, como por arte de magia.

Yéndome a la noche de los tiempos, en el entorno del Embalse del Ebro se encuentra la mayor concentración de EREMITORIOS RUPESTRES de La Península Ibérica.


Afloran en el Valderredible, en los límites de Palencia, Burgos y Cantabria, donde un recién nacido Ebro se abre paso a través de la montaña, esculpiendo con la piedra toba un paraje fantástico. Este Valle y su entorno formaban en la baja Edad Media la histórica comarca de la “Merindad del Campoo”.


En los primeros siglos de nuestra era, en los albores del cristianismo, la vida anacoreta se convirtió en una práctica muy extendida, la entrega a una vida espiritual, abandonando todo lo terrenal para dedicarse a la oración, era un uso muy frecuente. Las cuevas eran abrigos rocosos, los refugios idóneos para retirarse en contacto únicamente con el ser y la naturaleza.

Ya en la reconquista, este territorio por sus características geológicas y su situación, en El Camino de Santiago, fue testigo directo de la restauración de la fe católica y estas cuevas no se reducirían al uso individual, sino que alguna, llegó a convertirse en monasterio.

Mucha fue la actividad en este enclave en la Edad Media, preservando una antología de iglesias románica y a mí, me llamó poderosamente la atención la necrópolis bajo medieval que esconde la población de La Puerta del Valle, sobre una cumbre caliza, cuya base es "un queso de gruyere" y bajo la consagración a San Pantaleón:


Resulta sorprendente descubrir esta colección de santuarios, cercanos entre sí, casi en línea, enclavados en el corazón de la roca. Lugares de culto y reunión de los pueblos más antiguos, de los que no se puede aseverar ni datar su primer uso.

En algunos de ellos no se sabe a ciencia cierta que hayan sido en algún momento oratorios, aunque de la mayoría, sí se sabe que estuvieron habitados.

Muchos, está contrastado que se han dedicado a la liturgia, incluso, en la actualidad en la iglesia de Santa María de Valverde (Cantabria) y la Iglesia de los Santos Justo y Pastor (Olleros de Pisuerga) se siguen celebrando eucaristías. De este grupo, otras han corrido peor suerte y aunque nada las haga perder su brillo han sido objeto de todo tipo de barbaridades, incluso alguna esta cerrada a cal y canto, para impedir la entrada a “los artistas” del siglo XXI, de estos templos en el vídeo muestro en vez de uno, nueve botones:


En el interior se suceden columnas, arcos de herradura, la división en naves para delimitar las distintas estancias, habitualmente en tres, incluso, de dos alturas es la iglesia de los Santos Mártires Añisclo y Victoria en Arroyuelos (Cantabria) y todo esto, en roca más o menos dúctil pero siempre viva.


Unas obras geniales en un paisaje de ensueño que han llegado hasta nuestros días. Para hacer esta ruta tomamos la información que sugiere la web de Arteguias y se encuentra disponible en este enlace:

http://www.arteguias.com/rutas/iglesiasrupestres.htm

Aunque nosotros nos alojamos en Moñicos, un bello pueblo cántabro. Y eso es todo amigos