martes, 28 de abril de 2015

SOBRE EL INTERIOR DE LAS ARRIBES/AS DEL DUERO


Hay grises que lejos de ser un negro débil destellan con una fuerza especial, cómo el de las afiladas láminas de pizarra cuando se alternan con las grandes rocas de brillo mineral que en muchos casos desafían la gravedad.


LOS ARRIBES DEL DUERO tienen esa chispa plomiza que despunta entre los azules y los verdes. Un espacio latente que se disfruta desde su interior, a pie, por los distintos senderos que te adentran en un universo natural tan diverso como extraordinario o a través de los paseos en barco, y desde lo más alto, en los múltiples miradores donde otear el horizonte infinito.


Situados entre Zamora, Salamanca y Portugal, donde toma el nombre de Parque Natural del Duero Internacional, es frontera entre estos territorios, y antes de olvidarlo, a “los pedrolos” por aquí se les llama “arribanzos”.


La palabra arribes es un término astur-leones que proviene del latín y significa orilla, la primera curiosidad: el hablar de sus paisanos, lejos del castellano a veces parece bable, esto tiene una explicación histórica, cuando los católicos expulsaron a los musulmanes de esta comarca la repoblaron con gentes procedentes del Reino de León y algunas de las connotaciones lingüísticas se conservan hasta nuestros días, en Salamanca son “Las Arribes”, en Zamora “Las Arribas” y en Portugal “As Arribas”.


El Águeda, El Esla, El Tormes, El Huebra y El Uces, en este enclave desembocan en El Duero, encajonados, erosionando las moles de granito, entre meandros y saltos a su paso crean estos desfiladeros tan pintorescos. Como consecuencia, el gran río incrementa su caudal a la vez que se produce un acusado declive en la superficie del terreno, que oscila los 400 metros, murallas naturales que en algunos tramos son abisales, y de foso, el agua.

Algunas de estás cabriolas forman cascadas fascinantes como “El Pozo Airón” o el aún más popular “Pozo de los Humos”, que como agua tendrá su entrada en este blog, aunque este año la lluvia ha sido escasa y humos tenía pocos.


Son varias las presas que se han construido aprovechando esta circunstancia para el beneficio eléctrico (de nuestro ala 5, lusas 3), si hay algo que rompe el paisaje es la cantidad de torres de alta tensión que se suceden tras los diques. Cuenta con la más alta de la península: La Presa de la Almendra, una obra de ingeniería titánica.


Otra peculiaridad es como dividen el rendimiento del río entre España y Portugal, cada orilla un país, no lo hacen por longitud sino por desnivel, para el mayor ganancia energética de ambos vecinos.


Aún así, no hay contaminación medioambiental, prueba de ello es el liquen amarillento que impregna las monumentales piedras, este solo se produce en entornos limpios, puros, aquí, como en “Érase un mundo al revés”, el color cetrino indica la buena salud de la que goza todo el espacio.

Una geomorfología de altiplanos que propicia la existencia de dos climas diferentes, uno más frío y otro Mediterráneo, un ecosistema único rico tanto en fauna como en flora, habitat natural de numerosas especies.

Observar el vuelo de las aves que anidan en las estrías de las crestas escarpadas es impresionante. Entre todas ellas, tuvimos la inmensa suerte de ver una cría de águila imperial ¡La primavera! Y la cigüeña negra, que migra desde África donde se la comen sin patatas y está en peligro de extinción.


En la frescura de la ladera norte del cañón hay unas cien especies de plantas, algunas endémicas como “El Dragón de los Arribes”, otras a punto de desaparecer y otras que corren mejor suerte.


Tierra dura que permite varios tipos de cultivos, dependiendo si estás arriba o abajo, tierra de vinos, tierra de cerezos, tierra agrícola y ganadera, tierra de vetones, romanos…


Musulmanes y católicos, a sus pueblos medievales ¡Quién los ha visto y quién los ve! Ni sombra queda de lo que en un día fueron, este viaje me llevo a la orilla española, de Salamanca destaco “San Felices de los Gallegos” y de Zamora, Femoselle ¡La más bella!...



...Que del castillo de Doña Urraca asentado sobre un castro celta hicieron una discoteca ¡Pa haberlos matao!


Aprovecho la poca o mucha publicidad que pueda dar a PACO ROBLES, vecino de esta localidad, que alquila el castillo al ayuntamiento y lo mantiene abierto, la visita es gratuita y si quieres tiene un bote para echar la voluntad, parte de ella se invierte en restaurarlo, poco a poco se ven los frutos.

Sus villas gloriosas y fortificadas que como El Duero se van a la mar, pero sus gentes, guardan toda la esencia de los años, generación tras generación, conservando en la actualidad muchas de sus tradiciones ancestrales, entre cercados de piedra y casas de pastores.


Y no me enrollo más, te invito a perderte en este pedacito de la mágica Gaia.

sábado, 11 de abril de 2015

EL POZO AIRÓN-LAS ARRIBES DEL DUERO (PEREÑA DE LA RIBERA)


Me encanta adentrarme en las entrañas de Gaia, no sé como expresar la sensación… Me hace sentir libre o quizá esté mejor dicho ¡Me hace sentir! Esos rinconcitos donde no hay vehículo a motor que invada la calma de su reino, santuarios naturales donde el silencio tiene la voz del trino de los pájaros, los acordes del agua…

Las Arribes del Duero es un parque natural internacional que se extiende entre Salamanca, Zamora y Portugal, un espacio impresionante, el río se abre paso encajonado en paredes de granito, cuya la altura en algunos tramos alcanza los 400 metros. Fueron varias las excursiones que hicimos y de ellas “EL POZO AIRÓN” fue la que más me sorprendió, a pesar de que este año no ha sido lluvioso en esta comarca, posiblemente, porque no es tan conocido como otros pozos de los alrededores, el caso, es que me gustó de forma especial.


Es una cascada de dos colas de caballo que forma el Arroyo de los Cuernos o el de la Rueda, cómo también es conocido, en su descenso al Duero con el que se funde.


En esta zona a los que llaman pozos son cascadas, la primera más corta y la segunda, a la que se llega a la base, alcanza una altura de más de 20 metros y tras su velo cristalino oculta una pequeña cueva.


La ruta parte del pueblo de Pereña de la Ribera, es fácil, de apenas 7 km. de recorrido ida y vuelta, aunque, hay un aparcamiento bien iniciada la senda, el primer kilómetro se puede acortar en coche, para los menos andarines.


El rumbo a seguir lo marca el arroyuelo en su amarar, siguiendo su curso juguetón, entre saltos y quiebros, te sumerge en un paraje donde el volar de las aves siempre es presente, sus nidos están en el cercano cañón que se vislumbra en el horizonte, las grandes rocas te invitan a soñar, las ruinas de los molinos, añadiéndole la fresca primavera que inunda los campos de colores.


Un enclave soberbio donde bien merece la pena perderse, aunque todo lo que se baja, aunque sea poco si es en zip zap ¡Se sube!