viernes, 11 de septiembre de 2015

PLAYAS DEL ESTRECHO: LA BREÑA Y LAS MARISMAS DE BARBATE


Cádiz tiene duende, la más meridional de las ocho andaluzas y de la península, desde las Playas del Estrecho de Gibraltar en los días claros se desdibuja en el horizonte la figura del país vecino, Marruecos. Punto de unión del Mediterráneo y el Atlántico, que en un abrazo apasionado se enlazan encrespando las olas, que aprovechan los amantes del surf y otros deportes náuticos que requieren la participación activa del mar.

La puerta de dos continentes, una costa bravía que se extiende desde el Cabo de Trafalgar al Cabo de Tarifa, cuyo interior esconde una gran riqueza natural.


Entre la población de Los Caños de Meca y Barbate se encuentra El Parque Natural de la Breña y las Marismas de Barbate, un paraje fantástico. Hay una senda entre ambas poblaciones de apenas doce kilómetros sobre el acantilado de la Breña, cuya altura alcanza en su punto más elevado los 100 metros, transcurre por un bosque de pinos, sabinas, carrascos y bien merece adentrarse en ella.


La espesura llega al borde del abismo, si te asomas, observas que las paredes que caen al mar también son verdes, es alucinante ver como se encaraman las higueras en vertical, existe vegetación tanto de agua dulce como de agua salada. Las grietas que se producen en los farallones también la aprovechan multitud de aves para anidar.


Un hábitat único creado por una cábala de elementos, las grandes olas y el viento que en su juego dispersan las motitas de agua salina por todo el espacio, a la vez que la filtración de la lluvia, a través de las capas altas, forma acuíferos que penetran en el interior de la roca calcárea y que en algún lugar que otro fluye cayendo al mar.

Es una sensación de lo más reconfortante en la Playa de la Cortina cuando llueve y salen los chorros, sentir en la cabeza el agua dulce y en los pies el agua salada. El nombre de Caños de Meca viene de la cantidad de fuentes o caños que se producen en las paredes de sus playas.


El oleaje de esta zona con el paso de los años ha ido ganando terreno, erosionando la piedra, formando cuevas y dejando al descubierto un sin fin de rocas, formaciones caprichosas de las que solo Gaia es capaz de esculpir.


El vídeo contiene fotos del Parque Natural y también de otra de las playas más brillantes del Estrecho: Bolonia y sus dunas, que tiene una extensión de más de cinco kilómetros ¡Ahí es na! Con tiempo dedicaré una entrada a la bella Baelo Claudia, a orillas del mar.

Baelo Claudia

El litoral de Cádiz y Huelva forma La Costa de la Luz, playas kilométricas de arena fina y blanca, de las mejores de la península, son excepcionales. Un vergel regado por los numerosos ríos que aquí desembocan, densos  pinares… Los verdes y los azules se mezclan con la interminable arena que se tuesta al sol.


Y sobre todos los colores, tiene el color de su gente, estás son las provincias donde “el quillo”, “el picha” y “el chocho” suenan de una forma especial, ese entusiasmo impreso al carácter andaluz, esa gracia, arte y salero, este ¡Es el sitio!

Mi madre, como he dicho en alguna ocasión es de Huelva, recuerdo siendo pequeña ir toda la familia en ristre a comer a la playa a la sombra de los pinos de Isla Cristina o de El Rompido ¡Qué maravilla!
Los horarios de baño, bajas a las 11:00 y es temprano, se va a la playa pasadas las 12:00, en grupos muy numerosos, el niño, la niña, la abuela, el perro, el canario ¡To el mundo es mejor! Con neveras bien provistas de todo lo que se puede necesitar y en días de “caló” la hidratación es básica, el tinto de verano abundante, solo equiparable con las ganas de algarabía ¡Hasta las penas las hacen alegrías!

No hay problema, los manteros venden sus trapos, el del pueblo el camarón, otro los botes de bebida, por si acaso, incluso, tras la comida, bollos de todo tipo, el donuts y la palmera de chocolate… Hay una energía positiva en el ambiente, cómo la luz de su nombre, que se contagia, ya lo creo que se contagia, es difícil no sonreír en un entorno tan satisfactorio.

Las costumbres son totalmente distintas en las playas de Levante, la gente va pronto a la playa, incluso en algunos puntos muy transitados ponen la sombrilla apenas sale el sol, ciertamente mucho más ortodoxo, pero, les falta ese caos, esa bulla que encandila.

Hay un pique entre las dos hermanas de quien tiene las mejores playas, los de Huelva dicen que en las playas de Cádiz se come todo “empanao”, por su posición el viento hace estragos, sobre todo el de levante, la suma del bocata, la grasilla del chorizo y la arena ¡Crujiente! Y los de Cádiz dicen que las playas de Huelva son más frías, que razón no le falta, pero creerme, en las gaditanas tienes que meterte como llamamos en mi casa de forma pingüino, o sea, sin pensar y a plomo, como pienses, no te bañas a la primera. Para mí que lo único que las separa es el Guadalquivir.

Y para acabar, no puedes dejar Cádiz sin comer su pescaito frito y su tortilla de camarón, que no sé cómo la harán, alguna harina quizá, el caso que está exquisita en casi todos los sitios.