“Cuenta la leyenda que San Frutos golpeó su bastón, creando una brecha mágica que separó la tierra caliza de la ermita erigida en su nombre, en su deseo de proteger a un grupo de cristianos de los moros y cuyo ejército se perdió en el abismo”
Y una vez he volado, porque soy amiga de todo tipo de voladuras y no por creyente, sino porque me gusta soñar que todo es posible ¡Piso tierra en agua!
El río “Duratón”, cuyo nombre quiere decir “Duero pequeño” nace en la cercanía de la población de “Somosierra”, en la Sierra que lleva este mismo nombre (si antes de cruzar el túnel famoso de la N-I dirección Madrid, miras a la izquierda, se ve) En el fluir fuerte de una tremenda cascada ¡Preciosa! (No sé cuánto mide exactamente, pero puede alcanzar los 30 metros). Se puede decir que nace en la línea Madrid-Segovia y en sus apenas 110 km. se abre camino dibujando paisajes que sorprenden a cada paso.
Nacimiento
Érase una vez “LAS HOCES DEL RÍO DURATÓN” un horizonte natural de belleza misteriosa, donde el río se encaja en unos cañones creando formas escabrosas, caprichosas y casi imposibles.
La parte declarada Parque Natural se encuentran en el curso medio del río y tiene unos 25 km. de extensión, entre cortados de hasta 100 metros de altitud, meandros, figuras serpenteantes y miradores magníficos donde observar los vuelos silenciosos, sigilosos…
Todo su entorno está rociado de pueblos serranos rebosantes en tradiciones, la mirada presente de un pasado repleto de historia, dando fe de ésta, sus numerosos castillos, murallas, templos impolutos de excepcional factura románica y siendo su eje vital “Sepúlveda”, donde además de disfrutar de las calles y el patrimonio de una villa medieval, se puede obtener información y mapas.
Si surcáis estos cauces en verano, una actividad muy refrescante es montar en piragua ¡Toda una aventura! Hay varias empresas que ofertan rutas diversas, donde disfrutar del agua, de los farallones gigantes donde habitan centenares de rapaces, siendo la protagonista el buitre ¡Cómo me gusta!
En piragua y con el calor estival es la forma más agradable de acercarte al entorno, a la cultura, al arte, a los vestigios del ayer, es lo más cerca que puedes estar de las ruinas del monasterio de “Sta. Mª de los Ángeles de la Hoz” (siglo XIII) cuyo suelo no se puede pisar pero sí admirar desde agua o aire.
Un lugar donde las paredes de las gargantas se precipitan desde la altura hasta el fondo del cañón, con poca tierra y agua de por medio, haciendo que este entorno sea diferente a otros por sus singulares formaciones, grietas, cuevas… por ser ¡Vertical y calizo!
Y en estos resquicios anidan la MAYOR POBLACIÓN DE BUITRE LEONADO DE EUROPA, son ¡¡¡Impresionantes!!! Cómo me gusta mirarlos, verlos planear en círculo, elegantes y oscuros ¡Tan tímidos y tan poderosos!
Por su situación recóndita, este territorio ha estado ocupado por el hombre desde el principio de los tiempos, un albergue natural donde cobijarse y son muchas las huellas de su paso. Cuando cruzas el puente del río en la carretera que une “Villar de Sobrepena” con “Villaseca”, hay una senda a la orilla de éste, donde se pueden descubrir varias cuevas, algunas con pinturas rupestres que demuestra los asentamientos de poblaciones eremitas.
Entre estas oquedades, me voy a la que para mí está encantada “La Cueva de los Siete Altares”, una iglesia rupestre donde se cree que habitó e incluso estuvo enterrado San Frutos y porqué es tan especial, por ser LA PRIMERA IGLESIA CRISTIANA DE SEGOVIA, un pequeño templo visigodo donde se reunían los habitantes de la zona a practicar culto. En el templo se distinguen 3 altares, con arcos de herradura, marcas y restos de pinturas policromadas y algún garabato-grafiti creaciones de algunos cabronazos y que catalogaremos como “pintura contemporánea”, quien sabe de aquí a 500 años…
Y vuelvo a coger la escoba con dirección a “Villaseca” y antes de llegar hay una pista de arena y de aquí sale el camino que conduce a la “Ermita de San Frutos” (siglo XI), situada al final de una península en un enclave enigmático, y donde los ecos apuntan a un sinfín de mitos, de milagros, de fábulas dignas de este lugar embrujado.
La mirada de San Frutos ¡Los ojos que todo lo ven!
Caminar rumbo a la ermita es como andar por el cielo, ir por una línea de tierra de pocos metros de ancho, miras a ambos lados y sólo puedes ver “el aire”, el espacio etéreo salpicado de buitres, de tantos, que estiras la mano para tocarlos, es la parte donde hay mayor concentración. Y si te acercas y te asomas, ves un barranco tan abrupto que en algunos sitios da vértigo mirar, es donde los desniveles alcanzan mayor altura ¡Cómo volar!
Ya me he enrollado más de la cuenta y no hay nada como descubrir por uno mismo, las sensaciones no se pueden definir en unos renglones y este sitio os asombrará, el último “consejo” no os vayáis sin probar el asado de cordero en cualquiera de los pueblecitos, no recomiendo sitio alguno, aunque siempre vaya a los mismos, más que nada porque hay una oferta tan amplia y está tan bueno en todo lugar, elaborados de la forma que siempre se han hecho, en un horno de barro al calor de la leña ¡De rechupete!
Y os dejo un par de enlaces del mejor blog del mundo, jeje, o sea, ni otro blog donde hay algunas fotucas:
Y como véis lo más presente en la entrada: “San Frutos” y “El buitre” ¡Quedaros con el que más os guste! Y ¡Eso es todo amigos!