jueves, 30 de noviembre de 2017

POMPEYA: SOMBRAS EN EL TIEMPO


Hay lugares que están vivos, cada calle, cada casa, cada piedra, son renglón, frase y palabra, páginas que describen su ser, su historia. POMPEYA es un libro conservado en lo que fue su destrucción


Situada en el Golfo de Nápoles, en la región de Campania, a los pies del El Vesubio. Ciudad de la antigüedad que alcanzó su cénit siendo romana aunque no fue el primer pueblo que se estableció en este territorio.

SU ORIGEN

Todo apunta a que fueron los griegos los primeros en instalarse aquí formando una colonia, en un sitio de paso, donde descansar entre sus largos desplazamientos marítimos.

Hago hincapié en que Pompeya nunca fue puerto de mar, se encontraba a apenas un kilómetro de la costa, pero sí tenía un río navegable: el Sarno, hoy no es más que una muesca imperceptible.

Tras los griegos, vinieron otras civilizaciones antiguas: etruscos y samnitas, atraídas por una tierra rica, fértil y bien posicionada, un sitio de intercambio y paso de mercancías. No fue hasta el año 80 a.c. cuando aceptó su rendición a Roma.


Los romanos antes de invadir una colonia les proponían el sometimiento voluntario y pacífico, lo que viene a ser, ellos tenían el ejército y la fuerza, si la otra parte capitulaba, entraban por la puerta grande y ciudad romana, de no ser así, entraban por la fuerza, devastaban todo a su paso y como premio, a los habitantes que sobreviviesen los esclavizaban o los gravaban con un tributo, como en “El Juego de Tronos”.

A partir de ese momento fue municipio con el nombre de “Cornelio Veneria Pompeianorum”, poco después, los nacidos aquí recibieron la ciudadanía romana.

Una urbe próspera y abundante, un vergel que incrementa su labor comercial en esta época, con más de 20000 habitantes, sujeta a una actividad sísmica constante. Aun así, los pompeyanos no la temían, no tenían conciencia de ella, pensaban en una montaña humeante sagrada, morada de los dioses que en ocasiones se enfadan.


La gran erupción del Vesubio se produjo en otoño del año 79 d.c. y cambió para siempre todo, fue tal la ira de Gaia que en la actualidad la antigua Pompeya dista cinco kilómetros de la costa, dio una nueva forma al Golfo de Nápoles.

Días antes la gran mole rugía despidiendo materiales candentes de sus entrañas que volaban por el horizonte como meteoritos, cenizas y una nube de gases tóxicos, la temperatura era asfixiante. El suelo tembló en varias ocasiones, pero la inmensa mayoría de los que allí vivían allí permanecieron, los dioses debían estar más airados que nunca.


Cuando cielo, mar y tierra se conjuran pocas son las escapatorias, únicamente la huida al sur era buena, un maremoto fue la antesala a la explosión del volcán que la catapultó dejándola escondida.

Cubierta de un manto gris durmió durante siglos.

SU RESURGIR

Fue redescubierta a mediados del siglo XVIII, en tiempos del rey Carlos III de España y VII de Nápoles. El monarca no aportó dote y sí manifestó sumo interés por todos los objetos que allí se encontraban: muebles, ánforas, jarrones, piezas artísticas, joyas… Todo tipo de enseres. Un tesoro por recuperar más que por estudiar, dando inicio a las extracciones, más que excavaciones.

En 1863 se produjo el hallazgo más brillante que nada tiene que ver con lo mundano, con lo que se conservó, sino con lo que desapareció. El arqueólogo Giuseppe Fiorelli tras observar la cantidad de huecos diferentes entre sí, que había en la sólida lava, se le ocurrió llenar alguno de yeso, el resultado es conmovedor, son personas, animales, todo lo orgánico que allí se encontraba y con el paso del tiempo se desintegró. En todos los moldes analizados han encontrado ADN.


Padre de la “técnica de los calcos de yeso”, a través de este procedimiento se han identificado los cuerpos de más de 1500 personas en la posición exacta en la que fallecieron, cuando los miras… Se me pusieron los pelos de punta, tienen gesto.

Desde su resurgir hasta ahora han sido muchos los arqueólogos e investigadores de distintos campos que han participado y participan, en el presente continúan los trabajos.


Han encontrado muchísima documentación, un manifiesto escrito de sus costumbres y han dejado al descubierto toda una ciudad, el reflejo de una sociedad puntera, avanzada a su tiempo.


No la imaginaba tan grande y entera, casas alineadas que permanecen de pie, algunas conservan pinturas donde se aprecia la delicadeza y detalle con que se plasmaron.


Un plano urbano ordenado, viviendas colocadas por manzanas, las calles dan a una avenida principal que desemboca en la plaza o foro. Había zonas peatonales, una especie de barrera impedía el tráfico rodado o de carros que tras mucho pasar dejaron su huella en la piedra.


Llaman la atención los altos bordillos y es bastante curioso que ya había pasos de peatones, dos elementos creados enormes con un fin: no pisar el suelo. Esto tiene una explicación lógica no tenían desagües, las calles hacían esta función y el agua de lluvia hacía el resto. Imagina la suciedad y el olor de una metrópoli tan transitada, no todo era idílico.


Pero sí un lujo, palacios, esculturas, fuentes… Tenían su lugar para las asambleas: La Curia, Templos donde adorar a sus dioses y todo tipo de instalaciones lúdicas. Circo o Teatro, Palestras...


... Termas o baños provistos de guarda ropa, vestidor, gimnasio, piscina fría y piscina caliente y un sistema de calefacción que tiene su ingenio, las paredes y el suelo son dobles, para haceros una idea aquí la foto:


En la parte inferior del piso o sótano se cree que hacían fuego y calentaban agua cuyo vapor ascendía introduciéndose por el vacío creado entre las dos capas.

Lupanares, en plural y no solo se contempla el sexo entre heterosexuales, también existían lugares enfocados a homosexuales, el placer en todas sus dimensiones y para todos los públicos, en la libertad sexual nos daban cuatro vueltas.

En la antigua Roma estaba prohibida la prostitución, motivo de que los recintos para tal fin no se encontrasen en la calle principal, lo que sí, a modo de señal de tráfico, encuentras marcas que indican donde dirigirte. Las mujeres que la ejercían podían ser libres o esclavas.


Las que lo hacían de forma voluntaria obtenían sendos ingresos, tenían una habitación individual indicada para tal fin en algún establecimiento o en su propia casa, convenientemente señalizada, los símbolos fálicos son abundantes.

Las esclavas se veían obligadas a realizar servicios por 4 cobres, por dos duros, cuya ganancia se la lleva su proxeneta o amo.


"Vicola del Lupanare" es uno de los prostíbulos, tiene diez habitaciones cada una con su respectiva cama de piedra, sobre la que figuro un colchón, repartidas en dos pisos y dos salidas, en ningún momento coincidían los clientes de la primera y la segunda planta.

Los frescos que decoran el espacio son tan explícitos que no dejan nada a la imaginación y sí dejan mucho a la inspiración.


Mercado, restaurantes de comida rápida, con la ventana a la calle, tabernas, posadas… En un día es mucho que ver, lo disfruté como bruja pero volveré, pasear por Pompeya es caminar por la historia a la sombra del tiempo.

A día de hoy el Vesubio sigue estando activo, subir a la cima, el olor a azufre, las fumarolas constantes de sus poros:


Ninguna erupción ha sido tan catastrófica como la que sepultó a Pompeya y Herculano pero sí ha despertado en varias ocasiones, la última en 1944.

A su amparo viven más de 1.500.000 de personas cautivadas por la negra tierra volcánica, entre ellas los habitantes de la Pompeya moderna, esta circunstancia lo convierte en el volcán más peligroso de mundo. El pueblo que está justo a sus pies “Torre del Greco” es el segundo productor de flores de Italia, ahora como en la antigüedad la atrayente riqueza de la naturaleza no nos deja ver cuanto puede ser de sorprendente.