Es una quimera de la naturaleza asomarse
y contemplar escondida LA CASCADA EL PEÑÓN en el núcleo urbano de PEDROSA DE
TOBALINA (BURGOS). Destaca más por su holgura que por su talla, una pared
calcárea de 40 metros de extensión abraza al río Jerea, que precipita todo su
caudal embravecido a través del alero formado en la parte superior de la roca,
dando un salto de unos 10 metros de altura, una cortina trasparente,
cristalina, que, a veces, solo deja entrever las grietas de la gastada piedra y
que dependiendo del tiempo, de las lluvias, se hace más o menos tupida, pero
que siempre es constante, durante todo el año.
La primera vez que visitamos este lugar
fue hace muchas lunas, producto del azar, íbamos desde Trespaderne a Frías y
nos salió al paso, al cruzar por el pueblo paramos en un bar que está en la
mismísima carretera que une ambas villas, y donde, por cierto, hay un montón de
fotografías de la cascada que posa en toda época del año, aunque desde este
punto no es visible ya se hace notar, la melodía del agua es la guía a este
rinconcito sorprendente donde se para el reloj.
En los días de verano es un sitio
refrescante de recreo donde el baño sofoca los calores estivales, aquí se concentran a
pasar el día las gentes del lugar y alguno que otro que cae por allí, en los
últimos años ha salido varias veces en las noticias por accidentes que han
acaecido en este entorno, fruto algunas veces de la inconsciencia y otras
tantas veces de la ignorancia, o posiblemente, como decía Darwin, producto de
la selección natural, el caso que es costumbre tirarse desde el tejado rocoso a
la poza que es bastante profunda, pero su fondo es inestable, no tiene siempre
el mismo calado, incluso hay piedras, esto la hace bastante peligrosa, así que
como diría mi abuela, si no sabes, tonterías las justas.