Al hilo de la anterior entrada y antes de
perder el moreno ,
Cádiz por su situación ha sido habitada desde la noche de los tiempos,
civilizaciones antiguas que han dejado su particular huella.
Sin moverme de la Costa del Estrecho, en BOLONIA se encuentra una de las playas más singulares y extensas de la
provincia, en un entorno salvaje, semi-virgen.
En su vertiente occidental, una pequeña
elevación da cierre a la bahía que la forma en ángulo recto. La fina arena, cómo
polvos mágicos, vuela elevada por los vientos de levante hasta llegar a este
rincón, donde topa de frente con la roca y los pinos que la frenan y se ven
sepultados. El resultado está declarado monumento natural: una gran DUNA MÓVIL de
más de 30 metros
de altura.
Ante un lugar tan idílico nunca nadie
queda indiferente, pero en esta población turística hay algo que todavía
sorprende más, las grandes columnas romanas que se asoman a la orilla, la bella
BAELO CLAUDIA.
La riqueza pesquera de este litoral facilitó
desde la antigüedad el establecimiento de poblaciones, que vivían de la
explotación de todo lo que ofrece la mar. También se suma el descubrimiento y
práctica de la navegación, desde aquí se comunicaban dos continentes.
Sobre un asentamiento fenicio se erigió esta
ciudad romana, fundada por el emperador Claudio en el siglo II a.c. alcanzando su máxima plenitud. En esta época
se convirtió en una ciudad portuaria, con muchos recursos naturales
provenientes del mar, rica, dedicada básicamente a la pesca y a la salazón del
pescado.
Hasta que en siglo III un terremoto la devastó
mermando su población, que permaneció allí hasta bien entrado el siglo VII,
cuando se deshabita por completo… En la actualidad es un yacimiento
arqueológico que tiene entretenidos a un montón de especialistas, estudiantes y
estudiosos, no se dejan de descubrir vestigios que nos acercan a esta cultura.
Cada excavación es un triunfo, saliendo a
la luz todo tipo de objetos. Unas ruinas que se mantienen en un estado de
conservación óptimo y sirven para hacerse más que una idea de la vida en una
ciudad-factoría en ese tiempo dormido. Un acueducto conduce el líquido elemento
a las puertas de la urbe amurallada, dos templos, termas, necrópolis, teatro,
industrias, tiendas… En un espacio cuadrado, bien distribuido, por manzanas que
desembocan en la Plaza del Foro.
Y un museo para entrar en materia,
pequeño y bastante completo, aunque muchos de los hallazgos aquí encontrados
están en el Museo Arqueológico de Cádiz. Se puede visitar todos los días, salvo
los lunes y están declaradas, como no podía ser de otro modo, monumento histórico
nacional, que entretiene y mucho a todo aquel que la conoce.