Cádiz tiene duende, la más meridional de
las ocho andaluzas y de la península, desde las Playas del Estrecho de
Gibraltar en los días claros se desdibuja en el horizonte la figura del país
vecino, Marruecos. Punto de unión del Mediterráneo y el Atlántico, que en un
abrazo apasionado se enlazan encrespando las olas, que aprovechan los amantes
del surf y otros deportes náuticos que requieren la participación activa del
mar.
La puerta de dos continentes, una costa
bravía que se extiende desde el Cabo de Trafalgar al Cabo de Tarifa, cuyo
interior esconde una gran riqueza natural.
Entre la población de Los Caños de Meca y
Barbate se encuentra El Parque Natural de la Breña y las Marismas de Barbate, un paraje fantástico. Hay una senda entre ambas poblaciones de apenas doce kilómetros sobre el acantilado de la Breña, cuya altura alcanza en su punto más elevado los 100 metros, transcurre por un bosque de pinos, sabinas, carrascos y bien merece adentrarse en ella.
La espesura llega al borde del
abismo, si te asomas, observas que las paredes que caen al mar
también son verdes, es alucinante ver como se encaraman las higueras en vertical, existe vegetación tanto de agua dulce como de agua salada. Las grietas que se producen en los farallones también la aprovechan multitud de aves para anidar.
Un hábitat único
creado por una cábala de elementos, las grandes olas y el viento que en su
juego dispersan las motitas de agua salina por todo el espacio, a la vez que la filtración de
la lluvia, a través de las capas altas, forma acuíferos que penetran en el
interior de la roca calcárea y que en algún lugar que otro fluye cayendo al mar.
Es una sensación de lo más reconfortante en la Playa de la Cortina cuando llueve y salen los chorros, sentir en la
cabeza el agua dulce y en los pies el agua salada. El nombre de Caños de Meca
viene de la cantidad de fuentes o caños que se producen en las paredes de sus
playas.
El oleaje de esta zona con el paso de los
años ha ido ganando terreno, erosionando la piedra, formando cuevas y dejando
al descubierto un sin fin de rocas, formaciones caprichosas de las que solo
Gaia es capaz de esculpir.
El vídeo contiene fotos del Parque Natural y
también de otra de las playas más brillantes del Estrecho: Bolonia y sus dunas,
que tiene una extensión de más de cinco kilómetros ¡Ahí es na! Con tiempo dedicaré
una entrada a la
bella Baelo Claudia , a orillas del mar.
El litoral de Cádiz y Huelva forma La
Costa de la Luz, playas kilométricas de arena fina y blanca, de las mejores de la
península, son excepcionales. Un vergel regado por los numerosos ríos que aquí
desembocan, densos pinares… Los verdes y
los azules se mezclan con la interminable arena que se tuesta al sol.
Y sobre todos los colores, tiene el color de
su gente, estás son las provincias donde “el quillo”, “el picha” y “el chocho”
suenan de una forma especial, ese entusiasmo impreso al carácter andaluz, esa
gracia, arte y salero, este ¡Es el sitio!
Mi madre, como he dicho en alguna ocasión
es de Huelva, recuerdo siendo pequeña ir toda la familia en ristre a comer a la
playa a la sombra de los pinos de Isla Cristina o de El Rompido ¡Qué maravilla!
Los horarios de baño, bajas a las 11:00 y
es temprano, se va a la playa pasadas las 12:00, en grupos muy numerosos, el niño,
la niña, la abuela, el perro, el canario ¡To el mundo es mejor! Con neveras
bien provistas de todo lo que se puede necesitar y en días de “caló” la
hidratación es básica, el tinto de verano abundante, solo equiparable con las ganas
de algarabía ¡Hasta las penas las hacen alegrías!
No hay problema, los manteros venden sus
trapos, el del pueblo el camarón, otro los botes de bebida, por si acaso,
incluso, tras la comida, bollos de todo tipo, el donuts y la palmera de
chocolate… Hay una energía positiva en el ambiente, cómo la luz de su nombre, que
se contagia, ya lo creo que se contagia, es difícil no sonreír en un entorno
tan satisfactorio.
Las costumbres son totalmente distintas
en las playas de Levante, la gente va pronto a la playa, incluso en algunos
puntos muy transitados ponen la sombrilla apenas sale el sol, ciertamente mucho
más ortodoxo, pero, les falta ese caos, esa bulla que encandila.
Hay un pique entre las dos hermanas de
quien tiene las mejores playas, los de Huelva dicen que en las playas de Cádiz
se come todo “empanao”, por su posición el viento hace estragos, sobre
todo el de levante, la suma del bocata, la grasilla del chorizo y la arena
¡Crujiente! Y los de Cádiz dicen que las playas de Huelva son más frías, que
razón no le falta, pero creerme, en las gaditanas tienes que meterte como
llamamos en mi casa de forma pingüino, o sea, sin pensar y a plomo, como
pienses, no te bañas a la
primera. Para mí que lo único que las separa es el
Guadalquivir.