Tras unas merecidas vacaciones, que no
veía el momento de que tuviesen lugar, el curso que queda atrás visto en
positivo o en “putadivo” ha sido demasiado productivo, laboralmente hablando,
tanto, que se me ha hecho especialmente largo, de esto que tenía la imperiosa
necesidad de parar ¡Sin más!
Hace muchas lunas hallé ese rincón que me
devuelve el equilibrio, el refugio donde desconecto año tras año, donde
disfruto del preciado tiempo siempre carente para no hacer nada, solo verlo
pasar.
A su paso, me doy cuenta que lo cotidiano es lo más valioso que tengo, mi pequeña familia, las cosas nimias, los regalos que la naturaleza en su belleza
infinita nos otorga a diario y apenas podemos apreciar.
Es un espectáculo el amanecer en el
MARE NOSTRUM, ver como poco a poco el horizonte se tiñe se rojo y una gran bola
de fuego fluye de sus azules aguas. Al acelerar el vídeo y reducirlo a dos minutos se aprecia como gira la tierra en torno al Astro Rey.
¡Luz y color! En esa playa de Alcocéber
que me devuelve la paz y que me ofrece todo lo que anhelo, donde aparco mi
acelerada vida olvidando el reloj y al susurro de las olas pierdo la vista en
esa línea ilusoria que nunca llegaré a alcanzar.
Ya de vuelta en mi Madrid, con las pilas
cargadas, veo el cielo azul y los árboles grandes y verdes y estoy activa, pero que muy
activa ¡Bienvenid@ al Curso 2015/2016!