AÍNSA una villa añeja del Pirineo que la brisa de la montaña impregna de frescura. Pocos miradores hay tan excepcionales como el campanario de su colegiata, hacia un lado, los cañones de Guara y hacia el otro, la basta montaña, el Monte Perdido.
Cruce de caminos donde se accede a la zona sur y
oriental del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, puerta de entrada a la Garganta de Escuaín, a
los Cañones de Añisclo y al Valle de la Pineta.
Situada en la comarca del Sobrarbe un condado milenario con Marca Hispánica, su castillo se construyó en el siglo XI como protección de un
territorio ya cristiano.
La iglesia de Santa María es de factura románica, de
interior sencillo, detrás el altar se encuentra la cripta, que después de su
restauración solo guarda la esencia de un aura lúgubre y misteriosa. De origen defensivo, de ahí su esbelta y sobria
torre, una auténtica atalaya.
Su Claustro es un capricho, una partitura de arcos ojivales y de medio punto sobre una estructura trapezoidal, pequeño y coqueto, un pozo de piedra en una de sus esquinas hace a la vez de fuente de deseos.
Es complicado definir un conjunto tan armónico, se acumulan
las palabras, los adjetivos... Se presenta hermosa, de piel morena, sin perder
nunca la tonalidad dorada más o menos tostada por el sol. Pueblo medieval
amurallado, su Plaza Mayor conserva los edificios originales sobre pórticos y está
considerada de las más bellas de la península.
Dos callejuelas sinuosas y empedradas completan el casco
antiguo, las casas de dos o tres plantas con balcones repletos de macetas, plantas y flores
adornan las pintorescas fachadas de piedra, la mayoría de las puertas en forma
de arco.
Y los tejados ¡Qué bonitos! Las chimeneas con espantabrujas y en este detallito por lo que me toca me voy a entretener con sumo gusto, la tradición popular cuenta que sirven para proteger los hogares por su flanco débil, el que genera esta abertura superior visible solo desde el cielo, de esos seres mágicos que lo sobrevuela al amparo de la noche.
Pocas quedan originales, pero siguen presentes
en la actualidad manteniendo el antiguo cuño, siendo un signo de identidad del
Altoaragón. Son cilíndricas, más estrechas en la parte superior, en principio,
solo consistía en poner una piedra porosa sobre la misma y así las hacía ulular
el viento provocado por las temidas escobas, la parte superior está provista de
varios huecos formando alguna que otra virguería que las hace diferentes entre sí ¡Fantásticas!
Aínsa está considerado por varias publicaciones uno de los sitios más bonitos de España, de este criterio ya hablé en otra entrada y como
decía, no soy de decantarme por quien es más, pero sin duda, como La Alberca o Albarracín, para
mí está en la lista de los top-10, solo hay que ver la primera foto con el efecto acuarela, es una pinturita y para muestra un botón, aquí un mini vídeo,
un talismán que tras la pantalla permite otearla desde tierra y aire.