Recuerdos del verano o quizá debería decir de mis veranos...
Desde hace muchas lunas nos perdemos todas las temporadas estivales en
Alcocéber, un rinconcito Mediterráneo donde mi familia encuentra el paraiso y
disfrutamos del Mare Nostrum sin aglomeraciones en pleno agosto, a pesar de ser
un pueblo turístico.
El regalo que nos hace este lugar es la maravilla de “no
hacer nada”, llegamos, soltamos el coche y casi no cogerlo hasta volver a
Madrid, tan perfecto que en la próximidad inmediata tengo todo lo que puedo
desear, la playita y todo un vergel donde perderme alrededor.
La primera vez que fuimos el macho alfa de la manada cogió
varios pulpos y nos prometimos que volveríamos hasta que los pulpos no nos
acompañasen, 8 ó 9 años después ¡La pesca sigue siendo fructífera!
Está en Castellón, la menos conocida de las tres provincias que forman la Comunidad Valenciana y a su vez la más pintoresca, su costa es un
malecón erigido por Gaia, lejos de ser un sitio bullicioso de vacaciones, salvo
días de festejo y Peñíscola, por que ella lo vale y mucho, la provincia es un
remanso de paz, una gran desconocida. Como curiosidad, ES LA SEGUNDA PROVINCIA
MÁS MONTAÑOSA DE ESPAÑA O QUE EN LAS CUEVAS DE SAN JOSÉ SE ENCUENTRA EL RÍO
SUBTERRÁNEO NAVEGABLE MÁS LARGO DE EUROPA.
Goza de un clima cálido y un folclore tan arraigado como
distinto, nada tiene que ver las costumbres de sus tierras del norte, cercanas
e incluso en alguna ocasión, parejas a Cataluña, con las de sus pueblos del
sur, entre petardos y ninot, todo esto sin adentrarme en el frío y abrupto
MAESTRAZGO, hermanados históricamente con Aragón, si tuviese que hacerle un
eslogan diría que Castellón es diferente.
Simulando a los jubilados de ciudad, que se dedican como si
fuese su oficio elegido a mirar como avanzan las obras, hacemos la cita
“obligada” y subimos a ver como van las obras de restauración del CASTILLO
TEMPLARIO DE XIVERT, esto sí que es una tradición, jeje, su trazo se dibuja
como un espectro en la espesa vegetación, entre los abundantes pinos de la cima
de un monte, de los muchos que perfila en sus apenas 21 km. de longitud "La
Sierra de Irta", vigilando la población de “Alcalá de Xivert”.
Con aspecto derruido pero vivo, rebosante de vida y en su
vertiente sur el rastro de un pueblo fantasma.
Un bastión encantado al que visitamos todos los años, nos
atrae, todos los agostos a la misma hora “la hora bruja” y es que con semejante
posición, tocando las nubes y con aroma de sal, los atardeceres dorados son
preciosos.
De origen islámico, se empezó a construir en el siglo XI y
tras la reconquista, en 1234 Jaime I el Conquistador la entrega a la Orden del
Temple, incluso, se cree que en este lugar se firmó la carta de rendición de
los musulmanes frente a los cristianos.
Una construcción donde se fusionan dos estilos distintos, el
musulmán y el cristiano, ambos viviendo en armonía conservando la obra de dos
culturas, tan fuertes como opuestas, incluso una esotérica inscripción islamita
“para el rencuentro con Dios”:
Que tras mucho años he encontrado, en el muro más restaurado se encuentra esta piedra mágica que
en un acto de tolerancia los Templarios respetando lo ajeno dejaron allí…
Para volverse loca buscándola, jaja.
Para volverse loca buscándola, jaja.
En su cara meridional los restos de un poblado fortificado,
donde destaca, como buena ruina agarena, el sistema hidráulico entre las casas,
asombroso para la época ¡La cultura del agua! Del muro que lo rodeaba apenas
queda rastro; los templarios, además, construyeron una muralla más para separar
el pueblo y el castillo.
Tras la desaparición de los pobres caballeros de Cristo en
1319 la fortaleza pasa a la Orden de Montesa y la aljama les jura fidelidad,
siguiendo habitando la zona, en el siglo XVI hubo un incendio que arrasó tanto
las viviendas como el castillo y finalmente, tras la expulsión de los moriscos,
en 1609 el lugar queda abandonado.
En la actualidad lo están rehabilitando con más o menos
tino, hay alguna chapucilla de hormigón que clama al infierno, aunque este año
¡¡¡Lucía impresionante!!! No sé si es que han avanzado mucho o es que lo he
visto con distintos ojos, el caso, que he disfrutado en él de un ocaso
especial, único como la pócima de ese día y tras él, más días de verano plasmados en fotos y en forma de vídeo, de un sitio que siempre me recibe con una sorpresa tan especial como una puesta de sol.
Por añadir más datos a esta entrada, dispersos en
el Parque Natural de la Sierra de Irta también se encuentra los vestigios del
Castillo Templario de Pulpis, que subsisten a duras penas:
Y huellas de civilizaciones más antiguas, restos de
poblaciones Íberas y cerca del castillo de Xivert se encuentra la necrópolis
ibérica de Solivella y no me enrollo más que acabo dándome un chapuzón en una
cala virgen y ya es otoño ¡Eso es todo amigos!