Aunque nunca he tenido el don de la paciencia, donde esté la magia ¡Mucho más rápida! ];), recuerdo una época en que a una estrella cercana de dio por hacer puzles, en su retiro y hasta que por fin brilló, hizo una centena de ellos ¡Bendita kalma! La suya, como diría un bandido “esta bruja puede ser más de paz”, el caso, que muchas lunas después, permanece un palacio encantado y enmarcado en el sitio más luciente de mi salón, del que no puedo decir cuántos ladrillos tiene, ahora puedo asegurar que tiene 3000 piezas encajadas a la perfección.
Érase una vez un palacio de colores, de cuento: “EL PALACIO DA PENA” ¡La joya romántica de Portugal!
Construido sobre la cima de un peñón, de ahí su nombre “de peña”, en la altura más elevada de “Sintra”, la villa elegida por los reyes portugueses para fijar su residencia de vacaciones, una aldea preciosa, a apenas 30 km de Lisboa, donde cambiaban el bullicio y el calor, por la brisa de los árboles… Un remanso de tranquilidad, rodeado de bosques y con numerosos palacios de grandes chimeneas.
Vista de Sintra desde el Palacio Da Peña
He empezado con brujas, bandidos y ahora viene el rey… este sitio que parece salido de una fábula fue el capricho de un rey, Fernando II casado con María II reina de Portugal, allá por 1836 en una escapada que hizo a esta zona se quedó prendado de ella, en lo más alto de la peña, a 500 metros de altitud, se encontraban los restos de un antiguo monasterio jerónimo, erigido sobre la ermita de Ntra. Sra. de la Peña y devastado por el terremoto de Portugal y aquí, al abrigo de la tupida arboleda y desde donde se divisa el mar, el ingenio del rey dibujó su morada.
El conocido como rey artista decidió construir su pintoresca mansión, sin escatimar en nada y utilizando los vestigios que allí se encontraban y si me cuentan semejante proyecto nunca hubiese vaticinado que tal combinación tuviese tanta belleza ¡Cómo un castillo de hadas!
Un arquitecto alemán fue el encargado de dar forma a una inspiración recargada, excéntrica y exagerada y que por raro que parezca ¡Es su mayor virtud! De silueta esbelta y vistosa, mezcla todos los colores: azules, rojos, amarillo… Todos los estilos: neo-clásico, neo-islámico, neo-gótico, neo-renacentista, neo-manuelino, todos los “neos” que existen.
Para sus jardines mandó que trajesen flores exóticas de varios países: Nueva Zelanda, Indonesia… En un vergel semejante puede crecer cualquier flor, la tierra es generosa, cualquier arbusto aunque no sea del lugar, así que combinamos lo foráneo y lo autóctono y de resultado un entorno exuberante delicia de todos y tan extenso, con tantas sendas y recovecos, que es imposible recorrerlo entero en un mismo día.
Una vez que cruzas el arco de entrada, ves la fachada principal recubierta de azulejos, los mosaicos de variadas tonalidades es una constante en casi todos sus muros exteriores, siendo el color más utilizado el azul ¡La luz! Sus numerosas torres, la mayoría con cúpula, hacen que se asemeje el conjunto al estilo mudéjar.
El Claustro que conduce a las habitaciones principales, incluida la del rey, también envuelto como un regalo en azulejos, mirarlos, parecen iguales, pero si miráis con atención sobre los arcos, veréis que los azules se camuflan entre sí y no hay parte que tenga todos con el mismo dibujo.
Además criaturas fabulosas y cargadas de simbolismo cobran forma en columnas y balcones.
Y me paro en la figura del Tritón que se encuentra en un balcón, mitad hombre y mitad pez, es la más popular, posiblemente porque a primera vista parece que tiene cuernos, aunque si te fijas son raíces, las raíces del árbol de la vida, una criatura fantástica con cara de bestia en cuya cabeza crece la creación a la que se aferra con sus manos.
Por cierto y tras haber referencias, donde he consultado, al parecido entre este ser híbrido y el marinero que decora la parte inferior de la ventana de estilo manuelino del Convento de Cristo (Tomar) y como tengo foto, aquí la pongo y para mí que sí tienen cierto parecido en la acción, incluso el estilo, a lo mejor, hasta en el material empleado, pero la cara de un hombre está muy lejos de ser una alegoría.
Ventana Convento de Cristo (Tomar)
Cuando te adentras en sus aposentos, pasas a las zonas nobles, es como si todavía estuviese vivo, conserva el utillaje en la cocina y todo el mobiliario intacto y dado el gusto que tenía el monarca no solo por el arte, sino por viajar, sus lámparas son de bronce, sus vidrieras de cristal de Bohemia, los tapices árabes, jarrones de porcelana china... Todos los lujos imaginables, que digo imaginables ¡Imaginables para un rey!
A la muerte de María II, dejó de ser rey consorte de Portugal, pero continúo en su deseo terrenal, no cejó hasta ver acabada su obra. Volvió a casarse con una cantante de ópera del teatro “San Carlos” en el Chiado, la que era su amante de toda la vida y es que Fernando de Sajonia, por si no lo había dicho: era un hombre de mundo, jeje, y al final vio realizado su sueño, su paraíso material, el mismo año que falleció.
El palacio fue heredado por la que era su actual mujer, la Condesa Elise Hensler, pero tal fue la controversia creada en el pueblo que al final lo adquirió el rey Luis. La familia real lo utilizó como residencia hasta que estalló la revolución en 1910 y en la actualidad es un museo, abierto a todos, donde perderse y fantasear, un sitio mágico, encantado y ambientado en un sueño real.