Hay un dicho maño que dice: “Ahí va el
Ebro” del que no sé su proceder, posiblemente tenga que ver con que es el río
más caudaloso de la península y desde su cuna, en la Fuentona de Fonntibre, no
hay quien lo sujete, ve la luz rebosante de vida.
Desde su nacimiento hace gala de su
fuerza y a su paso se abre camino moviendo montañas, la naturaleza en forma
líquida juega como niña con la roca toba, con la piedra porosa como si de
plastilina se tratase, esculpiendo una muralla de paredes escarpadas en el
curso superior del río, entre las provincias de Cantabria y Burgos: EL PARQUE
NATURAL DE LAS HOCES DEL EBRO.
Antes del temporal de nieves, donde no ha
habido dique ni contención que parase a este gigante, y, en pueblos como Frías,
han tenido que rescatar a algunos de sus paisanos con barca, en un noviembre
suave, tomamos rumbo a este singular ecosistema dirección a ORBANEJA DEL CASTILLO
(BURGOS), villa medieval cuyas casas se encaraman a un farallón calizo.
Su entorno es una conjura de los elementos y a tenor de mi anterior entrada, si no está en el top de los pueblos más bonitos de España, en este blog ¡Se suma! Sumergido en un paisaje kárstico tan caprichoso que te invita a soñar, hay quien ve dos camellos besándose, una, por aquello de que me encanta viajar, en un beso vi todo un continente.
Te da la bienvenida a pie de carretera
con una cascada sublime que se funde con el Ebro.
Un salto creado por un riachuelo limpio y bello que ni tan siquiera tiene nombre, sin embargo, es el guía de la población, si alguien me lee y le hes posible, propongo que se le llame "El Guía", bonito a la par de adecuado.
No conserva castillo, aunque por su posición, se cree que sí lo hubo. Para acceder a su núcleo, la plaza, hay
que subir una única calle, peldaño a peldaño, sin perder de vista el trote del arroyo.
Los acordes mojados te conducen a “La Cueva del Agua” donde fluye este manantial
de aguas cristalinas.
No siendo esta la única cueva de la zona, la erosión
facilita las hendiduras en el terreno, incluso, alguna ha estado habitada, en “La Cueva del Azar” hay trazos de pinturas rupestres, la huella de sus antiguos
pobladores.
Siguiendo el camino del serpenteante
Ebro, a apenas 10 km., se encuentra la población de SAN MARTÍN DE ELINES (CANTABRIA)
y a las afueras de su barrio alto, en un pequeño valle aislado se alza su
Colegiata. En un enclave fascinante, su esbelta figura parece incluso más
elevada por la torre cilíndrica que se sitúa a uno de sus lados, la armonía del
conjunto y la riqueza de su iconografía la convierten en uno de los mejores
exponentes del románico cántabro.
Monasterio benedictino erigido a
principios del siglo XII sobre una construcción anterior y que llegó a ser el
de mayor relevancia de la época en el Valle de Valderredible.
El tótem de Elines es el león que se
encuentra representado en toda la obra, utilizado en el románico frecuentemente
de manera ambivalente, como el ying-yang. En algunas ocasiones carecen de fiereza, parecen lindos
gatitos, como si quisieran ser amigos del hombre, el
vencido por la inteligencia humana escenificando los peores instintos de las
personas, y, otras veces, fiero, con dientes afilados, andrófago, el animal
iniciador que representa el renacer del hombre a una nueva vida.
Tras tomar posición, lo primero que miré
fue la colección de canecillos, son tantos y tan diversos: animales, criaturas
fantásticas, personas...
De temática variada y de lo más natural. Solo hay que elevar la vista para ver claramente, camuflada en este despliegue de creatividad, “la buena mano”
de la talla.
Para poder visitarlo, las llaves las
tiene el párroco que vive justo en la casa de al lado, su buena estrella le mantiene activo siendo la parroquia del pueblo, esto es lo que
hace que este tan bien conservado, tras alguna restauración, se mantiene firme
y vivo.
Se accede a través del Claustro,
edificado posteriormente, salvo uno de sus muros, ahí queda latente la marca
mozárabe en los arcos de herradura de dos ventanas: el origen.
Además, se muestra a modo de museo una
serie de sepulcros y alguna pila bautismal de iglesias de aldeas aledañas, que, derruidas y expoliadas, no han corrido la misma suerte de Elines.
El interior de la iglesia es exquisito y
tiene varias peculiaridades, extraordinarias son las cuatro grandes columnas
que sujetan los dos arcos de la cúpula, coronadas por capiteles circulares
cuyos anillos están tallado con gran delicadeza, que por cierto, este tipo de
capitel no lo he visto en ningún otro sitio.
Son tantos los detalles que posee este templo
que es imposible verlos todos, cuanto más, contarlos, así que aquí me quedo...
Tras este tour de fotos por la génesis de un proceso fluvial ¡Eso es todo amigos!