viernes, 7 de febrero de 2014

POR TIERRAS DE SANABRIA

Lago de Sanabria y San Martín de Castañeda

Desde mi blog "A por ti, déjate llevar" y una vez retocadas, presento una fusión de entradas de un vuelo por tierras de Sanabria, un enclave frío, en los estribos de la Sierra Segundera y Cabrera, donde la última glaciación dejó su penetrante huella formando un conjunto de lagos en las crestas de las montañas, esparcidos en un reguero de cascadas que se vierten en la profundidad de sus fértiles valles, de sus pueblos...

Puebla de Sanabria

EL PARQUE NATURAL DE SANABRIA está situado al noroeste de Zamora, frontera con Orense, León y Portugal (direte: vas escuchando la radio y se cambia la emisora ¡A la del país vecino!) un lugar perdido cuyo acceso era casi inalcanzable. Este aislamiento ha gestado en sus gentes un sin fin de leyendas y un rico folklore popular, trasmitidos de padres a hijos, generación tras generación, desde los albores del tiempo.


Su orografía, la dispersión de sus poblaciones y las características naturales, provocan que la imaginación se agudice, aquí toda criatura tiene cabida, entre lobos y meigas se escucha el tambor agua, la quimérica Gaia se conjura con la fantasía humana en perfecto equilibrio.


EL LAGO DE SANABRIA es el más conocido del sitio y el más grande de la península. Relatan sus lugareños que donde está el lago, hace muchas, muchas lunas, existía una aldea, fértil, rica, próspera, llamada “Valverde de Lucerna”. Los pobladores de esta villa tenían todo lo material que la vida les podía ofrecer, vivían... ¡Cómo Dios! Pero eran pobres de corazón, egoístas, carecían de bondad.

Un 24 de junio pasó un peregrino que pidió cobijo y comida y todas las puertas se le cerraron: “Eres un peregrino sigue tú camino”.

Sólo unas mujeres, que cocían pan en el horno del pueblo, se apiadaron de él, guareciéndolo del frío y ofreciéndole pan. Cuando el hombre entró, la masa que había en el horno creció tanto, que el pan se salió del mismo.

Cuando el peregrino abandonó el pueblo, en castigo a la falta de caridad de sus pobladores, clavo su bastón diciendo:

“Aquí clavo mi bastón
aquí salga un gargallón
aquí cavo mi ferrete
que salga un gargallete."

Y empezó a brotar agua, quedando toda la aldea anegada, solo se salvó el horno de pan, que se dice, que es una pequeña isla que hay en el lago.

También se comenta, que una de las campanas de la iglesia fue rescatada por los bueyes, y otra, permanece sumergida en el agua, y el día 24 de junio, las personas que se encuentran cerca y poseen un buen corazón la oye repicar alegre bajo el lago.

¡Cómo me gustan las fábulas! Esta además con buena moraleja.

Entre los saltos de agua que tuve la ocasión de ver me quedo con la CASCADA DE SOTILLO ¡Todo un espectáculo!


El acceso es fácil, a las afueras del pueblo de Sotillo de Sanabria sale una senda bien señalizada que nos conduce a la cascada, una ruta circular de apenas 6 km. A tener en cuenta, los 3 km de subida, son subida, se supera un desnivel de 500 metros, ahora ¡Merece la pena! Algún repecho que otro, rodeado de árboles, acebos, robles, castaños y avellanos ¡Te sumerges en la intensidad de la paz del bosque! “Ser como el agua fluye” Si te animas, se puede subir al Lago de Sotillo, por la misma ruta, también circular, pero en este caso 11 km.


Si el paseo lo das en otoño, la estación más mágica, se puede seguir el rastro de las pisadas de los ciervos, corzos y diversos animalitos que se unen a un reguero de avellanas, castañas, bellotas... A la que te adentras en la arboleda piensas ¿Qué me sorprenderá en el siguiente recoveco?

Historias de feudos, San Martín de Castañeda tenía todos los derechos de pesca en el lago, un pueblo regado y creado alrededor de un monasterio, románico, data del siglo XII ¡Una joya! Que, por situación, palpita como un dragón de piedra que se refleja en su espejo cristalino.


Caminar por las calles empinadas de Puebla de Sanabria, la villa más grande del parque natural, ver sus casas engalanadas de mil flores, de todas las formas y tonos, hogares centenarios con blasones grandes y fuertes, que lucen tenues, casi furtivos, ante el colorido de las fachadas ¡Palidecen ante tanto color!


Se me hizo curioso encontrar en sus calles un museo de “gigantes y cabezudos” y es que son parte de ellos, desde tiempos ancestrales se celebra una fiesta típica donde desfilan tan pintorescos personajes.


Llegar a la plaza del ayuntamiento, un edificio renacentista que observa de frente la iglesia de nuestra señora de Azogue del siglo XII. Una de sus dos portadas, por la que no se accede al interior, tiene unas columnas-estatuas que son una belleza. Pared con pared, está la iglesia barroca de San Cayetano.

Iglesia Ntra. Sra. de Azogue

Subiendo una pizca más ¡La Corona! El castillo de los Condes de Benavente, construido sobre las ruinas de una antigua fortaleza, en el siglo XV, dada la proximidad de otro país. El castillo acabó casi en ruinas tras la guerra de independencia de Portugal. Sus murallas en torno a una alta y cuadrada torre del homenaje que si las piedras hablasen...


La que habla mucho es esta bruja y podría contar mil historias más y como una imagen vale más que mil palabras aquí el montaje con las fotos:


Me despido con la oda a un pueblo que no existe en la actualidad y quien sabe si alguna vez insistió, más allá de los sueños o la fantasía de algún escritor, pero lo que sí es seguro, es que aquí está latente y una dedicatoria a una persona muy especial que me mandó este libro de su propia biblioteca.


“Ay, Valverde de Lucerna,
hez del lago de Sanabria,
no hay leyenda que dé cabria
de sacarte a luz moderna.
Se queja en vano tu bronce
en la noche de San Juan,
tus hornos dieron su pan,
la historia se está en su gonce.
Servir de pasto a las truchas
es, aun muerto, amargo trago;
se muere Riba del Lago,
orilla de nuestras luchas”
Miguel de Unamuno “San Manuel Bueno, mártir”