miércoles, 8 de junio de 2011

LISBOA A LA VISTA





Érase una vez LISBOA ¡Una urbe con corazón de marinero!

Una ciudad con alma de FADO donde trascurren pequeñas y grandes pasiones ¡La vida y el destino! Un laberinto de calles estrechas y tortuosas que dan cobijo a los amantes que se encuentran furtivos al calor de una tenue farola y de cuyo pecado,  no queda más rastro que su reflejo en los azulejos. Y es que Lisboa te hace soñar con lo prohibido ¡Su noche nunca se quiere ir a dormir!



No encuentro los adjetivos exactos para describir las sensaciones que te invaden cuando avistas y pisas esta tierra que te embriaga del aroma de mar y donde sus gentes son ¡Encantadoras! Te hacen sertir parte de este caos de ciudad,  personas sencillas y amables, que en la mayoría de los sitios entienden el español y si no,  hacen un poder,  facilitándote la estancia y haciéndola, si cabe, más agradable.

La ciudad de las siete colinas, tiene unos miradores de excepción, tanto, que antes de llegar, cuando cruzas el puente del río Tajo contemplas un paisaje tan bonito que te dan ganas de gritar ¡Lisboa a la vista!




Perderte en sus barrios y empiezo por la “LA ALFAMA”, donde se asentaron los árabes en la antigüedad y sobre una colina se erige "el Castillo de San Jorge".




Para mí ¡El más pintoresco! Una confusión de calles empinadas que bajan “desbocadas” al estuario del Tajo, un barrio humilde de pescadores ¡De colores! Que gracias a estar construido sobre roca, fue el menos castigado por el terremoto de 1755.





Una ciudad cosmopolita que de día vive acelerada, alborotando sus callejuelas estrechas de personas en todas direcciones, da la sensación de mucha gente. La zona comercial está en “EL BARRIO BAJO O CHIADO” y  aunque sus calles son más anchas e incluso hay alguna peatonal, se convierten en auténticos hormigueros, arriba y abajo, que van a desembocar a grandes plazas donde respirar.

Las pastelerías en la “Plaza del Rossio” ¡Ummm! Un sitio de encuentro de siempre aunque en la actualidad son mucho más dulces ¡Donde va a parar! En este mismo lugar se celebraban los actos de fe de la inquisición en la Edad Media ¡Yu-yu!




Un buen punto de partida es “la Plaza del Comercio”, en mi caso el primer sitio que descubrí ¡La puerta de entrada a la ciudad! O a las numerosas tiendas del “Chiado”, donde se encuentran las paradas de varios tranvías que te llevan a casi todos los sitios. 





En este barrio también puedes montar en todo un emblema del lugar “EL ELEVADOR DE SANTA JUSTA” y a golpe de ascensor plantarte en “EL BARRIO ALTO”, concretamente en las ruinas del “Convento de Do Carmo” ¡Una pasada! Una joya del gótico de la que el gran seísmo sólo dejó los cimientos.





Aunque para ir al “Barrio Alto”, disfrutando de todos los recovecos de la ciudad, no hay forma más especial de acceder que coger el más popular de los tranvías el 28, aquí debe de ser “eres más chulo que el 28” jeje.


Por cierto ¡Cómo me gustan los tranvías! Parecen sacados de una película antigua, cuando estás dentro y miras atrás, no puedes creer que pueda avanzar, está casi en vertical, fatigados por el peso y la inclinación de las empedradas calles, crean un ambiente de otro tiempo.





“El Barrio Alto” es el más castizo de Lisboa donde “la noche te confunde” la zona ideal, para cenar y sumergirte, un sitio bohemio y añejo donde se mezclan todos los ambientes y donde puedes deleitarte del frenesí del fado, hay varios garitos donde disfrutarlos, a media luz y con un humo que se puede cortar ¡Ambientazo! 




En este barrio se ocultaban a mediados del siglo pasado la gente de mala reputación y lo que hoy es un bien de interés cultural, eran oscuros bares de fados frecuentados por prostitutas y personas de mala vida.

Y desde aquí vuelo a otro de los barrios más populares, el que allá por el siglo de  los descubrimientos vio zarpar a Vasco de Gama en su viaje a las Indias, “EL BARRIO DE BELÉM” que en esos tiempos era la periferia de la ciudad.





En Belém se encuentran dos de los mejores ejemplos de Arquitectura Manuelina de Portugal, un estilo que proliferó durante el reinado de Manuel I,  de ahí su nombre y que es una variación portuguesa del gótico tardío, así como del arte mudéjar o luso-morisco, que estoy en Lisboa y que permaneció tras la muerte del monarca, adaptándose al renacimiento y adoptando ornamentación de éste ¡Una mezcla curiosa y un resultado único!

Aquí se alza “La Torre de Belém” ¡¡¡Preciosa!!! 





Situada en la desembocadura del Tajo su objetivo inicial era recaudar impuestos.





Y “El Monasterio de los Jerónimos de Belém” ¡¡¡Grandioso!!! Aunque para mí un pelín recargado.






Y qué más puedo decir, comer todo un manjar, los productos de la tierra y el mar, su bacalao a la brasa y ya  estoy dando un charlote  y además tengo tantas cosas en el tintero que no puedo plasmar, Lisboa es como el amor ¡Hay que vivirla! conozco ciudades más grandiosas, más bellas, más magníficas… Pero para mí ¡Lisboa es especial! Me atrae de tal forma que volvería una y otra vez ¡Me enamora y me engancha!

Y me despido con un verso de la canción de Pasión Vega “Lejos de Lisboa”

“La melancolía de calles perdidas que huelen a mares,

gente que camina y luces de luz de barcos que parten.

Si cierro los ojos puedo ver las calles por donde anduvimos

y escuchar canciones que hablan del destino que nunca tuvimos”